La identidad de género ha estado tremendamente presente en el mundo de la música, incluso de forma inconsciente para los oyentes y espectadores. Los músicos en décadas pasadas debían mostrar una imagen que encajase con las expectativas del público, según también su género musical, su propia forma de entender el arte… Ya en los años 60 y 70 podemos encontrar ejemplos de músicos y artistas gays y bisexuales en la industria, aunque su presencia era más o menos limitada. También había muchos que jugaban con esa ambigüedad como forma de provocación, como en el caso del mítico David Bowie y su creación más célebre, Ziggy Stardust. Ya en los 80, con Freddie Mercury convertido en toda una estrella y reivindicando el poder del colectivo LGTB+, las cosas comenzaron a cambiar. El glam de aquella época permitía a los artistas queer mostrarse de una manera mucho más abierta ante un público que empezaba a aceptar esos cambios.
Sin embargo, han tenido que pasar década para encontrar a la primera artista transgénero que ha triunfado en buena parte del mundo con su música. El camino lo marcaron artistas como Dana Internacional, que ganó Eurovisión a finales de los años 90 con su canción Diva siendo la primera cantante trans en conseguir el certamen. Otros músicos y artistas también han comenzado, ya en el siglo XXI, a dar más visibilidad a un colectivo que siempre ha estado marginado y olvidado, cuando no perseguido. En verano de 2022, la canción BZRP Session 51, del productor argentino Bizarrap, llegaba a los tops de varios países latinos con la voz de Villano Antillano. La artista puertorriqueña se convertía así en la primera en colar un gran éxito en las listas de Spotify siendo trans. Su meteórica carrera la ha llevado a colaborar con algunos de los más grandes artistas del género urbano en Latinoamérica, peleando precisamente por despojar a ese género de su sexismo intrínseco. Pero el camino no ha sido precisamente fácil para Villano Antillano, y aquí te vamos a contar toda su historia, donde entenderás también de dónde viene esta artista tan popular.
En los años 50, las producciones de Hollywood vivieron una época dorada en cuanto a glamour y popularidad. Fue, en realidad, la primera gran era para el cine estadounidense, ya que hasta ese momento las películas se presentaban como proyectos individuales. No había una verdadera industria funcionando, hasta que los cineastas tomaron esa pequeña parte de California, y la convirtieron en el centro del mundo. Directores como Billy Wilder o Alfred Hitchcock rompieron los moldes y las expectativas del público, creando películas que hoy en día son auténticos clásicos inolvidables. La era dorada de Hollywood se extendió hasta los años 60, cuando la televisión comenzó a imponerse frente al cine. Nuevos medios que hacían que la gente dejara de ir a las salas, y provocaban una gran crisis en un universo de estrellas acostumbradas a vivir a lo grande. Poco queda ya de aquello, puesto que la mayoría de protagonistas dejaron este mundo hace tiempo.
Sin embargo, todavía hay alguna que otra estrella que podría contar, en primer persona, como fueron aquellos días de vino y rosas. Shirley MacLaine llegó a Hollywood con apenas 21 años y se convirtió casi automáticamente en una estrella. Estrenarse de la mano de Hitchcock es un seguro para obtener una gran popularidad, y de hecho, la actriz consiguió su primer premio importante, un Globo de Oro. Había nacido una estrella, de eso no había duda, y lo pudo corroborar en los años siguientes, hasta llegar a los 60, donde obtuvo sus papeles más relevantes. Su belleza iluminaba la pantalla, y a pesar de tener un estilo alejado de otras divas de su generación, MacLaine logró convertirse en una de las favoritas del público. Actualmente, a punto de cumplir los 90, la actriz ha abandonado prácticamente por completo la actuación, aunque sigue realizando pequeños papeles para demostrar que sigue ahí. Para muchos siempre será la Fran de El Apartamento, seguramente la mejor comedia jamás rodada, pero otros tantos prefieren a su personaje más carismático, Irma la Dulce. Y es que Wilder vio en ella a una especie de musa y le otorgó algunos de los mejores papeles en sus clásicos más originales.
La literatura es, sin lugar a dudas, una de las artes más antiguas que existen. La primera historia de la que se tiene constancia es la epopeya de Gilgamesh, un mito de más de 6.000 años que sentaría las bases para la literatura religiosa más reciente. En aquella época, cuando el ser humano ya comenzaba a asentarse en ciudades y las sociedades comenzaban a surgir, los relatos hablaban de héroes y viajes épicos. De criaturas de leyenda, de mensajes de los dioses, de sueños premonitorios… Todos los ingredientes necesarios para contar una gran historia, tanto en aquel momento como hoy. Hasta el punto de que, como describe Joseph Campbell en su El Héroe de las Mil Caras, las historias de aventuras y superación se han mantenido intactas desde hace milenios. Podemos rastrear los mismos rasgos en todas ellas, en un viaje del héroe elegido que culmina con su éxito y su aprendizaje.
Las historias que se cuentan hoy día son mucho más variadas, y existen todo tipo de protagonistas, que no tienen por qué ser héroes, ni mucho menos. Durante la Edad Media, la literatura eclesiástica era lo que lo dominaba todo. El amor cortés, caballeresco y sentido, era el epicentro de las narraciones románticas. Hasta que llegó Boccaccio y editó su Decamerón, una libro que rompería con todo lo anterior. No solo por ser la primera obra escrita en prosa, lo que ya es suficiente para ganarse un puesto de importancia entre los clásicos literarios. Boccaccio no solo contribuyó con esa aportación, sino que puso como protagonistas a personas viles, embusteras e incluso violentas, alejadas del ideal de perfección que hasta entonces imperaba. A través de los cien cuentos que componen este compendio, publicado en 1353, Boccaccio revoluciona la visión literaria que existía hasta la época. Introduce nuevas formas de entender el amor, el deseo, la fortuna o la inteligencia humana, alejando a Dios de las tramas. De hecho, a veces se ataca directamente a la Iglesia, presentando a monjes y curas de una manera poco cristiana… El libro generó una gran controversia en su momento también por su erotismo y sus explícitas ilustraciones.
La manera en la que los jóvenes disfrutan de su ocio nocturno y su tiempo libre siempre ha sido un tema de debate en los medios de comunicación. Especialmente cuando hay olas de vandalismo, o se producen situaciones vergonzantes, como peleas, basura en las calles y demás, los medios apuntan siempre contra los adolescentes y los jóvenes. Un sector de la población que no suele tener ingresos, por lo que no pueden acceder a muchos lugares de ocio. Además está el propio hecho de que la juventud siempre alienta la rebeldía, el hacer cosas prohibidas, el buscar nuevas emociones y sensaciones, aunque sepamos que estamos haciendo algo que no está del todo bien. Todos hemos sido jóvenes y seguramente tengamos muchas anécdotas vergonzantes que no querríamos que viesen la luz jamás. Esas noches de juerga con los amigos quedarán para la posteridad y son, en muchos casos, algunos de los mejores recuerdos que uno tiene en la vida.
Cuando los jóvenes salen a la calle a hacer botellón, a divertirse de cualquier forma que sea barata, se les acusa de armar escándalo, de ensuciar las calles y echarse a perder. Como si esta fuera la primera generación que hace ese tipo de cosas. Sobre todo en la adolescencia, el joven está buscando su propio lugar en el mundo, lejos de la protección de casa. Comete errores y seguramente meta la pata más de una vez, pero es algo normal en un proceso de aprendizaje. Cuando ya llegan a la universidad y obtienen sus primeros ingresos en trabajos temporales o prácticas remuneradas, la cosa empieza a cambiar. Acceden a otro tipo de ocio, como conciertos, salas de teatro o cine, restaurantes y pubs. Pero más allá de estos tópicos lugares para pasar el rato con los amigos, está también un ocio nocturno muy especial que cada vez parece tener más importancia entre los chicos jóvenes. Se trata de las visitas a prostíbulos y casas de citas, donde estos chicos disfrutan del placer sexual de la mano de profesionales de este negocio.
A lo largo de la Historia de España, muchos han sido los artistas que, naciendo en otros lugares, han terminado afincándose en nuestro país al conocer sus tradiciones, enamorarse de su arte, su cultura y su gastronomía, o disfrutar de los lugares de ensueño que pueblan la península. Tal vez habiendo nacido en España no seamos capaces de ver todo lo que este país supone para el que viene de fuera, pero basta echar un vistazo a las insignes personalidades que durante muchos siglos quedaron prendadas de nuestra cultura, desde Washingtoin Irving hasta os más modernos Joe Strummer o Norman Foster. Especialmente querida por los músicos, artistas actuales de fama internacional como Sharon Corr, Shakira o James Rhodes han decidido hacer de nuestro país su residencia habitual, ya sea en Barcelona, Madrid, Mallorca o Granada, lugares que normalmente tienen poico que ver con aquellos donde nacieron y crecieron.
Esto, que todavía a día de hoy nos parece algo exótico y llamativo, es en realidad bastante habitual si nos fijamos en la historia de nuestro país. Sin ir más lejos, varios músicos clásicos también decidieron pasar aquí buena parte de su vida, incluyendo los años de mayor producción musical. El caso que traemos hoy es el del genial compositor y violonchelista Luigi Boccherini, uno de los músicos más virtuosos de su tiempo, que acabó recalando en nuestro país durante la segunda mitad de su vida, enamorándose y casándose aquí, donde tuvo a todos sus hijos y donde creo la mayor parte de su obra más conocida. Tal vez Boccherini no sea tan popular como otros autores italianos, y no llegue al nivel de Vivaldi, Verdi o Tartani, pero su influencia en la música instrumental de finales del siglo XVIII le convierte en una figura de indudable talento, que además disfrutó de muy buenos años viviendo en nuestro país, principalmente en Madrid, donde solía servir de compositor y director de orquesta para nobles y príncipes.
Si eres escritor y te gustaría participar en algún concurso literario, ya sabrás que las cosas no son precisamente sencillas para enviar tus novelas o relatos, o siquiera para encontrar esos concursos, que a veces encajan perfectamente en lo que tú necesitas pero, al no enterarte de la convocatoria, o conocerla tarde, al final ni siquiera puedes participar. Los concursos literarios son, para algunos, una forma de desvirtuar el verdadero arte que conlleva la literatura, ese de escribir por el propio gusto de hacerlo, para nosotros mismos, para crear algo hermoso, pero no para ganar nada o a nadie. Sin embargo, todos los escritores tenemos nuestro propio ego, más o menos grande, y siempre nos gusta ser alabados por nuestro trabajo, cuanto más ganar un premio. Sabiendo que eso solo significa que tu relato le ha gustado a un jurado determinado, presentarte a concursos no tiene porqué ser algo malo, ni mucho menos.
De hecho, participar en estos concursos puede ser una buena manera de mejorar nuestra manera de escribir, de foguearnos un poco, de darnos a conocer, incluso cuando no ganemos. Y por supuesto, si conseguimos premios y menciones importantes, nuestro currículum como creadores mejorará sustancialmente y eso nos ayudará a dar salida a nuestros proyectos. Por ejemplo, presentar una novela a una editorial habiendo ganado ya varios concursos suele conseguir que llamemos más la atención. Pero claro, para eso hay que ganarlos. Y para ganarlos hay que presentarse. Por eso nosotros hemos querido recoger en este artículo las mejores fórmulas para encontrar concursos literarios, y cómo presentarse a ellos para conseguir, al menos, llamar la atención del jurado de turno y que se nos tenga en cuenta para un futuro.
La pandemia del Covid-19 ha parado en seco nuestra vida por varios meses. Por culpa de este virus, que está dejando cientos de miles de muertos en todo el mundo, hemos tenido que quedarnos en casa durante varias semanas, sin poder salir a correr, sin poder hacer deporte, ni ir al gimnasio, salir de copas o ir al bar. También se han terminado por un tiempo los grandes espectáculos, como los conciertos o las sesiones de cine. De hecho, los partidos de fútbol se han retomado en estas últimas semanas, pero sin público, para evitar aglomeraciones innecesarias. También han vuelto a abrir las salas de cine, con muchas restricciones de acceso y unas medidas de seguridad notables, precisamente para evitar nuevos rebrotes.
Son muchos los que estaban deseando acudir al cine de nuevo, porque a pesar de que la mayoría de grandes estrenos se han paralizado o retrasado por culpa del cierro de las salas, el propio ritual de sentarnos en la butaca con la bebida y la palomitas y dejarnos llevar durante un par de horas con una película en gran formato ya que es algo que muchos deseaban hacer. Ante la incertidumbre que había por la posible reapertura de las salas, muchas distribuidoras han decidido desempolvar una vieja idea muy habitual en décadas anteriores, y que ha logrado sobrevivir en pequeños pueblos, sobre todo de costa. Estamos hablando de los cines de verano, una experiencia totalmente diferente a la hora de ver películas, que seguramente vuelva a ponerse de moda este año, por las circunstancias actuales.
En la década de 1990, mientras la mayoría de jóvenes transitaba entre el recién creado estilo grunge y el pop adolescente, un género musical impactó en el mundo entero, por su originalidad y singularidad. La banda Enigma, en realidad un proyecto del música y productor rumano-alemán Michael Cretu, despertó el interés de todo el mundo por sus canciones, que mezclaban la electrónica con la música new age y el canto gregoriano. Nadie jamás había imaginado que estos géneros pudieran fundirse en uno solo, pero la maestría de Cretu a la hora de trabajar con samples digitales hizo la magia. Sus canciones llegaron a todo el mundo, y volvieron a poner de moda el canto gregoriano, junto a otros proyectos como Era o Gregorian.
Y es que entre Kurt Cobain, Britney Spears y Madonna todavía había sitio para una música original y diferente, en realidad la más antigua de todas las que se conservan. El canto gregoriano tiene su origen hace siglos en los monasterios de toda Europa y supuso la base para buena parte de la música occidental, hasta el punto de que el pentagrama y los nombres de las notas actuales se lo debemos a Guido de Arezzo, un monje que creó un sistema para simplificar la representación musical del canto. Gracias a estos proyectos más actuales, el canto gregoriano sigue estando más vivo que nunca, tanto en combinación con otros géneros como por su propio estilo, como veremos a continuación.
En el norte de España, justo en la parte del noroeste, la región de Galicia ocupa toda la franja superior, limitando con Castilla y León, Asturias y la frontera con Portugal. Es una región llena de magia, leyendas, naturaleza y misticismo. Un lugar que marca a fugo a todo aquel que nace en él, o incluso a los que se pasan una temporada viviendo aquí. Galicia es una de esas comunidades espectaculares que nos inundan de belleza y que acogen a todo el que viene de fuera con la mejor gastronomía del mundo, unas ciudades hermosas y tranquilas y una forma muy particular de entender la vida. Con tanta lluvia y tanta humedad se podría pensar que apenas hay días para el esparcimientos, pero desde luego los gallegos también saben muy bien cómo divertirse.
Y es que en Galicia se llevan a cabo numerosas fiestas y celebraciones a lo largo de todo el año, que suponen normalmente puntos álgidos en los calendarios locales, momentos importantes para ese pueblo o esa aldea. La gente aquí se conoce toda y las fiestas son muy familiares, muy cercanas. Acogen a todo el que viene de fuera de forma magnífica e invitan a conocer esta mágica tierra de una manera más cercana e intensa. Son una oportunidad de lujo para disfrutar de todo el esplendor de Galicia a través de sus tradiciones, de sus fiestas más singulares. Desde ferias locales a festivales de música para todos los gustos, las opciones son casi infinitas, pero nosotros hemos recogido las más interesantes para resumirlas en este artículo.
Aunque la mayoría de filósofos que estudiamos en la escuela y el instituto son occidentales, sobre todo europeos, desde Sócrates a Descartes, de Platón a Marx, también hay algunos ilustres ejemplos de pensadores y filósofos orientales cuya influencia ha ido mucho más de su propia cultura y nos ha alcanzado de lleno. Es posible que de entre todos ellos, el más popular sea Confucio, nacido en el siglo VI a.C. en China, y cuyas doctrinas se reunificaron dentro de una teoría del pensamiento llamada Confucionismo, que marcó para siempre la manera que tenían los orientales de entender la vida y el mundo por completo.
Confucio ha sido seguramente el más influyente de los filósofos chinos, y su figura sigue siendo hoy en día reverenciada, porque también influyó desde hace unos siglos en los pensadores europeos. Tenía una forma muy diferente de ver el mundo, algo que se nota en la propia sociedad y la cultura asiática, que tiene poco que ver con la europea o la occidental, aunque eso también se está perdiendo cada vez más con la globalización que hace que todo sea mucho más homogéneo. Confucio marcó un hito en la filosofía oriental y es por eso necesario ahondar más en su figura y entender porqué seguimos hablando de él hoy en día,