¿Es la prostitución parte del ocio de los jóvenes?

La manera en la que los jóvenes disfrutan de su ocio nocturno y su tiempo libre siempre ha sido un tema de debate en los medios de comunicación. Especialmente cuando hay olas de vandalismo, o se producen situaciones vergonzantes, como peleas, basura en las calles y demás, los medios apuntan siempre contra los adolescentes y los jóvenes. Un sector de la población que no suele tener ingresos, por lo que no pueden acceder a muchos lugares de ocio. Además está el propio hecho de que la juventud siempre alienta la rebeldía, el hacer cosas prohibidas, el buscar nuevas emociones y sensaciones, aunque sepamos que estamos haciendo algo que no está del todo bien. Todos hemos sido jóvenes y seguramente tengamos muchas anécdotas vergonzantes que no querríamos que viesen la luz jamás. Esas noches de juerga con los amigos quedarán para la posteridad y son, en muchos casos, algunos de los mejores recuerdos que uno tiene en la vida.

Cuando los jóvenes salen a la calle a hacer botellón, a divertirse de cualquier forma que sea barata, se les acusa de armar escándalo, de ensuciar las calles y echarse a perder. Como si esta fuera la primera generación que hace ese tipo de cosas. Sobre todo en la adolescencia, el joven está buscando su propio lugar en el mundo, lejos de la protección de casa. Comete errores y seguramente meta la pata más de una vez, pero es algo normal en un proceso de aprendizaje. Cuando ya llegan a la universidad y obtienen sus primeros ingresos en trabajos temporales o prácticas remuneradas, la cosa empieza a cambiar. Acceden a otro tipo de ocio, como conciertos, salas de teatro o cine, restaurantes y pubs. Pero más allá de estos tópicos lugares para pasar el rato con los amigos, está también un ocio nocturno muy especial que cada vez parece tener más importancia entre los chicos jóvenes. Se trata de las visitas a prostíbulos y casas de citas, donde estos chicos disfrutan del placer sexual de la mano de profesionales de este negocio.

Qué porcentaje de hombres contrata acompañantes

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Según un estudio realizado por la ONU hace unos años, España es el tercer país del mundo donde más sexo de pago se consume, solo por detrás de Indonesia y República Dominicana. Un podio que no sabemos si es para sentirse orgullosos, pero que al menos nos da una imagen muy clara de lo arraigados que están los servicios sexuales de pago en nuestro país. De hecho, según estos datos, casi el 40% de los hombres aseguran haber pagado por sexo alguna vez. Es un porcentaje enorme, que duplica, de hecho, a los del resto de Europa. Estamos en cabeza en nuestro continente y es algo que no parece molestarnos en absoluto, porque en España, ir de putas es algo muy habitual, ya desde edades tempranas.

La prostitución como parte del ocio nocturno

A algunos les costará creerlo, pero de hecho, la prostitución es una opción dentro del ocio nocturno de los jóvenes, como lo puede ser la música en directo o acudir a una discoteca. En ciudades grandes, la admisión a estos locales es bastante cara, y una persona puede dejarse fácilmente 50 euros entre la entrada y las copas en el interior. Un dinero que muchos jóvenes creen que estaría mucho mejor invertido en otro tipo de servicios, como los que ofrecen estas profesionales del placer. Tal vez no sea algo que hagan todos los fines de semana, porque es una opción cara, pero son muchos los jóvenes que acuden a los prostíbulos al menos una vez al mes. Lo hacen, además, en compañía de sus amigos, como si fuera una verdadera juerga compartida.

Este tipo de experiencias no son tan extrañas en nuestro país, incluso en pueblos pequeños, donde siempre se conoce la existencia de un burdel relativamente cercano. Los chicos van para allá, disfrutan de una copa por invitación de la casa y luego pasan un rato con la chica que escojan. Es algo que les divierte y que les hace olvidarse también del resto de sus preocupaciones. Y no, no solo lo hacen las pandillas de amigos solteros. Estar con una prostituta suele ser algo puntual para un chico joven, tanto que ni siquiera considera que sea “engañar” a su pareja. Lo vemos como algo tan normal como pasar el día en el parque de atracciones. Y es precisamente esa mirada lo que hace que muchos sigan con esta tradición ya cuando se hacen hombres maduros.

Una forma fácil y rápida de tener sexo

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Los jóvenes no son idiotas y saben que el sexo de pago es una de las formas más fáciles de disfrutar de un poco de pasión, algo que puede costarles mucho más dinero en copas o regalos con una chica a la que conozcan en la discoteca. El pensamiento de utilizar el sexo como válvula de escape se convierte también en necesidad cuando un chico joven lleva tiempo sin tener relaciones sexuales y quiere definitivamente volver al ruedo. Por eso puede intentarlo con chicas que conozca en cualquier garito, o puede ahorrarse mucho tiempo y seguramente también dinero acudiendo a ver a una prostituta. Si lo hace con sus amigos, la experiencia se convertirá, de hecho, en una forma de unirlos aun más intensamente, por algo tan íntimo y especial como es disfrutar del placer en un sitio como este.

Un estigma social

En España, la prostitución está en un extraño limbo que la mantiene dentro de la alegalidad, es decir, no se persigue pero tampoco se les da derechos a las trabajadoras sexuales. El estigma social que recae sobre esta profesión sigue estando muy en boga, y no son pocos los debates que se han abierto en torno a la legalización o abolición de la prostitución en nuestro país. Si bien las chicas que trabajan en esto están marginadas y son mal vistas por la sociedad, el español  medio parece tolerar mucho más a los puteros, aquellos hombres que, por la razón que sea, deciden hacer uso de los servicios de estas chicas, pagando por sexo. Es algo que puede resultar en cierto modo vergonzante para ellos, pero que a estas alturas ya está muy naturalizado.

Sin embargo, pareciera que es algo más propio de hombres mayores y sin pareja que de chicos jóvenes. Se entiende que un chaval de veinte años tiene la capacidad para encontrar a una chica con la que disfrutar de este tipo de relaciones sin tener que acudir a una escort. Pero no lo hacen tanto por necesidad como para disfrutar de sexo rápido y fácil, para pasar el rato, para tener un poco de diversión. El estigma social que recae también sobre los jóvenes se hace aquí más patente, mostrándoles como simples hedonistas que no saben contener sus deseos impulsivos. Esta es una imagen demasiado prototípica de los jóvenes que no tiene porqué relacionarse con  la realidad. Pero es indudable que ciertos sectores masculinos de la juventud sí que tienen como algo habitual el pagar por sexo.

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