Luigi Boccherini, así fue su estancia en España

A lo largo de la Historia de España, muchos han sido los artistas que, naciendo en otros lugares, han terminado afincándose en nuestro país al conocer sus tradiciones, enamorarse de su arte, su cultura y su gastronomía, o disfrutar de los lugares de ensueño que pueblan la península. Tal vez habiendo nacido en España no seamos capaces de ver todo lo que este país supone para el que viene de fuera, pero basta echar un vistazo a las insignes personalidades que durante muchos siglos quedaron prendadas de nuestra cultura, desde Washingtoin Irving hasta os más modernos Joe Strummer o Norman Foster. Especialmente querida por los músicos, artistas actuales de fama internacional como Sharon Corr, Shakira o James Rhodes han decidido hacer de nuestro país su residencia habitual, ya sea en Barcelona, Madrid, Mallorca o Granada, lugares que normalmente tienen poico que ver con aquellos donde nacieron y crecieron.

Esto, que todavía a día de hoy nos parece algo exótico y llamativo, es en realidad bastante habitual si nos fijamos en la historia de nuestro país. Sin ir más lejos, varios músicos clásicos también decidieron pasar aquí buena parte de su vida, incluyendo los años de mayor producción musical. El caso que traemos hoy es el del genial compositor y violonchelista Luigi Boccherini, uno de los músicos más virtuosos de su tiempo, que acabó recalando en nuestro país durante la segunda mitad de su vida, enamorándose y casándose aquí, donde tuvo a todos sus hijos y donde creo la mayor parte de su obra más conocida. Tal vez Boccherini no sea tan popular como otros autores italianos, y no llegue al nivel de Vivaldi, Verdi o Tartani, pero su influencia en la música instrumental de finales del siglo XVIII le convierte en una figura de indudable talento, que además disfrutó de muy buenos años viviendo en nuestro país, principalmente en Madrid, donde solía servir de compositor y director de orquesta para nobles y príncipes.

Quién fue Boccherini

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Ridolfo Luigi Boccherini, que es su nombre completo, nació 1743 en la preciosa ciudad de Luca, en plena Toscana italiana, en el seno de una familia de músicos y artistas donde no tardaría en demostrar que el talento también corría por sus venas. Azuzado por su padre, un compositor de renombre en Italia y gran maestro del contrabajo, Boccherini se decidió por el violonchelo como instrumento predilecto, y consiguió una gran maestría en pocos años de práctica. Tal es así que con tan solo 14 años ya era un habitual de las celebraciones de la ciudad de Luca, donde solía acompañar a la orquesta con su violonchelo, pero también realizar algunos conciertos solistas. Animado por el talento de su hijo, el padre lo mandó a Roma a estudiar con los mejores músicos y compositores de la época. Allí Boccherini pronto destacaría por su perseverancia y su buen hacer.

Realizó viajes por toda Italia primero, y también por el extranjero más tarde, mostrando su música, en ocasiones junto a su padre y sus hermanas, como las visitas que realizaba a Viena, epicentro de la música clásica en la época. Estuvo durante un par de años de vuelta a su pueblo, para convertirse en un músico de renombre desde allí. Tras la muerte de su padre, se marchó a Milán, donde tocó con las orquestas locales y también conoció a su amigo y compañero de andanzas Filippo Manfredi, alumno aventajado del célebre violinista Guiseppe Tartini. Manfredi formó junto a Boccherini algunos conjuntos musicales en dúos, tríos, cuartetos y quintetos de cuerda, ganando mucha reputación. En 1967 ambos recalan en París, donde están unos meses amenizando las veladas de la nobleza. Pero entonces el amor se cruza en la vida de Boccherini, y el músico lo deja todo para marcharse a España.

Luigi Boccherini en España

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Se cuenta oficialmente que fue el embajador de España en París quien convenció al músico y a su compañero Manfredi para que viajaran a España bajo la tutela del infante Luis Antonio de Borbón. Sin embargo, la marcha de Boccherini fue muy precipitada, en 1768, para unirse a la compañía de ópera de Luigi Marescalchi, donde actuaba la cantante Clementina Pellicia, de quien se enamoraría locamente, y con quien acabaría casándose poco después. Ya en 1770, Boccherini y Manfredi entran al servicio del Infante, que al casarse se los lleva a una pequeña población de Ávila, donde el italiano sigue escribiendo. A la muerte del infante, Boccherini se quedaría en España incluso cuando su mujer también falleció. Se mantiene al servicio de la familia Borbón, y también sirve a distintos duques y nobles, así como a Federico Guillermo II de Prusia, como compositor de la corte. En los últimos años, Boccherini serviría también a Luciano Bonaparte, embajador de Francia en nuestro país, hasta su muerte en 1805, todavía en Madrid.

Obras de este autor

Muchos han encuadrado a Boccherini dentro del estilo galante, más por proximidad temporal que por su verdadero estilo a la hora de componer y tocar. Virtuoso violonchelista, dedicó la primera parte de su carrera más a la interpretación, siendo más prolijo en obras de creación propia desde su desembarco en España. Destacan obras como el Concierto para Chelo y Orquesta op. 34 en si bemol mayor,, el más popular de los doce que compuso, o el quinteto para cuerda Música Nocturna de las Calles de Madrid, seguramente una de sus obras más populares, por haber aparecido en numerosas producciones audiovisuales como la serie española sobre Goya o la película americana Master and Commander. Llama la atención la zarzuela Clementina, en honor a su primera esposa, y muestra perfecta de cómo el músico italiano se instaló en las tradiciones patrias.

Sus aportes a la música

Boccherini es recordado popularmente como uno de los mejores violonchelistas de todos los tiempos, pero sus aportes como compositor también son muy reseñables. Entre ellos destaca la popularización del quinteto de cuerda con dos violonchelos, que serviría de influencia a un joven Mozart, contemporáneo del músico en sus últimos años. Anteriormente, la formación más habitual era el cuarteto de cuerda, pero al añadir ese segundo chelo, Boccherini creó una nueva forma de entender las texturas, contando con un instrumento más de apoyo al que le exigía llegar a notas muy agudas, utilizar técnicas percusivas y hasta golpes en la caja. También influyó mucho en la creación de texturas que funcionaban prácticamente como moldes para la melodía, algo que se ve precisamente en sus obras para quinteto de cuerda y guitarra.

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