La manera en la que los jóvenes disfrutan de su ocio nocturno y su tiempo libre siempre ha sido un tema de debate en los medios de comunicación. Especialmente cuando hay olas de vandalismo, o se producen situaciones vergonzantes, como peleas, basura en las calles y demás, los medios apuntan siempre contra los adolescentes y los jóvenes. Un sector de la población que no suele tener ingresos, por lo que no pueden acceder a muchos lugares de ocio. Además está el propio hecho de que la juventud siempre alienta la rebeldía, el hacer cosas prohibidas, el buscar nuevas emociones y sensaciones, aunque sepamos que estamos haciendo algo que no está del todo bien. Todos hemos sido jóvenes y seguramente tengamos muchas anécdotas vergonzantes que no querríamos que viesen la luz jamás. Esas noches de juerga con los amigos quedarán para la posteridad y son, en muchos casos, algunos de los mejores recuerdos que uno tiene en la vida.
Cuando los jóvenes salen a la calle a hacer botellón, a divertirse de cualquier forma que sea barata, se les acusa de armar escándalo, de ensuciar las calles y echarse a perder. Como si esta fuera la primera generación que hace ese tipo de cosas. Sobre todo en la adolescencia, el joven está buscando su propio lugar en el mundo, lejos de la protección de casa. Comete errores y seguramente meta la pata más de una vez, pero es algo normal en un proceso de aprendizaje. Cuando ya llegan a la universidad y obtienen sus primeros ingresos en trabajos temporales o prácticas remuneradas, la cosa empieza a cambiar. Acceden a otro tipo de ocio, como conciertos, salas de teatro o cine, restaurantes y pubs. Pero más allá de estos tópicos lugares para pasar el rato con los amigos, está también un ocio nocturno muy especial que cada vez parece tener más importancia entre los chicos jóvenes. Se trata de las visitas a prostíbulos y casas de citas, donde estos chicos disfrutan del placer sexual de la mano de profesionales de este negocio.